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F. Liszt, Tres Sonetos de Petrarca - Pablo Abel Cascallana

Auditorio Katarina Gurska - Recital Fin de Carrera, 23/06/2021

Estas tres piezas pertenecen a los célebres "Anées de Pelerinage II - Italia", un conjunto de obras que Liszt compuso entre 1837 y 1849 tras sus viajes al país mediterráneo. Los sonetos están basados en poemas del gran Francesco Petrarca (la mayoría tratan el concepto de amor, refiriéndose siempre a una mujer llamada Laura) e inicialmente fueron pensados para voz y piano, aunque experimentaron muchas revisiones. Liszt decidió transcribirlos para piano solo y publicarlos en solitario, incorporándolos más tarde al conjunto completo de Años de Peregrinaje. Estas obras poseen un profundo lirismo y rica variedad de colores. ¡Para un pianista es un verdadero privilegio interpretarlos debido a sus infinitas posibilidades!

 

Soneto 47:

Bendecidos el año, el mes, el día
y la estación y el sitio y el instante
y el hermoso país en que delante
de su mirar mi voluntad rendía.

Y bendecida la tenaz porfía
de amor entre mi pecho palpitante,
y el arco y la saeta y la sangrante
herida que en mi corazón se abría.

Bendecida la voz que repitiendo
va por doquier el nombre de mi amada,
suspiros, ansias, lágrimas vertiendo.

Y bendecido todo cuanto escribe
la mente que al loarla consagrada
en Ella y sólo para Ella vive.

 

Soneto 104:

No tengo paz ni puedo hacer la guerra;
temo y espero, y del ardor al hielo paso,
y vuelo para el cielo, bajo a la tierra,
nada aprieto, y a todo el mundo abrazo.

Prisión que no se cierra ni des-cierra,
No me detiene ni suelta el duro lazo;
entre libre y sumisa el alma errante,
no es vivo ni muerto el cuerpo lacio.

Veo sin ojos, grito en vano;
sueño morir y ayuda imploro;
a mí me odio y a otros después amo.

Me alimenta el dolor y llorando reí;
La muerte y la vida al fin deploro:
En este estado estoy, mujer, por tí.

 

Soneto 123:

Angélicas costumbres vi en el suelo
y una celeste y única hermosura,
cuyo recuerdo es gozo y amargura,
pues entre sombras y humo me desvelo.

Dos bellas luces vi llorar con duelo,
que a la lumbre del sol hacen oscura,
y oí cosas que al Tíber, por ventura,
harían parar, y andar al Mongibelo.

Cordura, Amor, Dolor y Cortesía
tan bien armonizaba su lamento
que nunca el mundo oyó tal armonía;

y el cielo estaba a ella tan atento
que en las ramas ni una hoja se movía,
pues su dulzura saturaba al viento.